Identidad nacional, independencia, libertad, son algunas de las palabras que inmediatamente asociamos a la fecha que conmemoramos hoy: 9 de julio de 1816, día en que se declara formalmente la ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española.
Y son palabras que se re significan y nos permiten mirar hacia atrás y recuperar la fuerza que aquellos hombres tuvieron a la hora de comenzar a crear nuestra historia como nación, independiente y soberana, sin temor, sin dudar.
Congresales que por amor a su tierra respondieron que sí, a la pregunta hecha por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, sí a la libertad e independencia para las Provincias Unidas de América del Sur, sabiendo que esa decisión era una de las más difíciles, fuertes e importantes que habría de darse en este suelo. Respuesta que pone fin a siglos de dominio colonial español, y que da paso a la independencia, trazando de este modo los primeros lineamientos de lo que luego sería la Argentina.
Heredamos así esta tierra, nuestro país, la libertad y construimos a partir de ello nuestra identidad nacional.
Como tuvo lugar doscientos cinco años atrás, hoy volvemos la mirada en un intento por recuperar aquel ímpetu, esa bizarría, el fervor que tuvieron aquellos hombres que dispusieron poner un punto final a la potestad española y comenzar a escribir así la propia historia.
Que estas palabras mencionadas al inicio recuperen la impronta de aquel entonces es tarea nuestra, únicos responsables de ejercer y hacer valer esos derechos ganados hace años, en otros tiempos, pero que mantienen, refuerzan y actualizan aún hoy ese espíritu que nos atraviesa como nación.